Padre: Soy joven y estoy aprendiendo
que la vida no es tan fácil como yo pensaba.
Hoy quiero pedirte que me enseñes a no dejar
que la amargura se apodere de mi corazón ante
los contratiempos de la vida.
Ayúdame Señor! y no permitas que la tristeza
viva en mi alma... Tú me hiciste victoriosa!
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